Limitación.
- Conducta asfixiante con los otros
- Relaciones íntimas como refugio
- Sexualidad; fusión/transmutación
- Posesividad. Poder
- Resistencia con la intimidad ajena
- Huella en lo familiar
- Sentimiento de traición o abandono
Tras la máxima capacidad de dar, de amar, se esconde el deseo de recibir algo a cambio. La exigencia de que se nos devuelva afecto y “compañía” por la entrega pretérita y el sacrificio, lleva a la persona a la sensación de abandono y frustración cuando esto no sucede. Pasando a la exigencia, la posesividad y el chantaje emocional para obtenerlo a toda costa.
En la cercanía afectiva se resguarda dando lo que no se le pide, para así tener la idea de que le deben y poder exigir por ello, sintiéndose libre para hacer en función de su necesidad y no de la exigencia que otros puedan manifestar. Su refugio es la relación intima, ya sea de pareja o familiar, a la que regresa cada vez que siente inseguridad, utilizando cualquier argucia para tener a los “suyos” cerca.
Intención positiva de la limitación.
“Su amor” como elemento coercitivo para su propio beneficio, ignorando las propias necesidades de las personas a las que brinda su afecto, es fruto de la creencia de que, de este modo, garantiza el amor a los “suyos” que otros no sabrán darles.
Ámbito de exploración.
La figura arquetípica de la “Madre” encierra en sí el misterio de la protección y el amor incondicional. Lo que nace de uno es uno mismo, de ahí la imposibilidad de rechazo. Da igual los matices psíquicos o físicos que diferencien a los descendientes de la Gran Madre; todos somos sus hijos y por este motivo tenemos garantizado el amor y la entrega por parte de Ella. De esta forma se asegura la vida para que exista siempre un espacio de recogimiento en el seno de su propia naturaleza. Toda madre queda relegada de su obligación protectora, cuando el ser al que protege ha alcanzado su madurez evolutiva.